Fray Sebastián de Jesús

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Sebastián Aparicio Sillero, fray Sebastián de Jesús Gómez Sillero, nació en Montalbán (provincia de Córdoba) en 1661 y falleció en el Convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla el 15 de octubre de 1734 en olor de santidad.


El propio Rey Carlos III promovió el proceso de beatificación, mediante una carta dirigida en mayo de 1771 al cardenal arzobispo de Sevilla, Francisco de Solís. El motivo era porque de niño, fray Sebastián le pronosticó que iba a ser rey, cosa muy dificil por que era el tercero en línea de sucesión al trono y logró acabar siendo rey.

La muerte del rey interrumpió el proceso. Finalmente, el Beatificación: Pío VI, el 19 de junio de 1776.

Milagros

Residió en el convento de San Francisco de Sanlúcar de Barrameda seis años entre 1720 y 1730. En la ciudad sanluqueña dejó algunos de sus milagros más sonados, como es el caso del conocido como El Palo de Sanlúcar. Todo sucedió cuando se estaba edificando el nuevo convento e iglesia de San Francisco, faltaba para dar remate a la construcción un madero de gran tamaño que tan sólo poseía en la ciudad un caballero particular que no era muy devoto de los franciscanos. El padre guardián no se atrevió, pues, a pedirselo, y el hermano Sebastián se ofreció para ello. Lleno de fe, se dirigió a la casa del citado caballero y, tras saludarle a él, sin más rodeos ni preámbulos le pidió el palo de limosna.

El caballero, atribuyendo a demencia la sencillez con que fray Sebastián le pidió la viga de madera, que tenía un gran valor económico en el mercado, se burló de él, diciéndole, en tono de mofa:

Hermano, ahí está el palo, si puede usted cargar con él y llevárselo al convento, se lo doy de limosna...

Fray Sebastián le dió las gracias y, ni corto ni perezoso, agarró el grueso tronco de madera, se lo cargó a los hombros y salió andando con él y llegó hasta su convento, ante la sorpresa e incredulidad tanto del dueño del mástil como de sus amigos, que siguieron la fraile en su recorrido. Ante tal prodigio, el caballero se arrepintió de su actitud y le ofreció al padre guardián toda la madera que necesitase para la obra, con la condición de que siguiera yendo por su casa a recogerla el hermano Sebastián.

Otra de su proezas en Sanlúcar fue la rapidez con que botó al agua, él solo, en la playa, a una embarcación que habían extraído del mar para poder carenarla. Fray Sebastián hizo por sí solo lo que había consumido en vano las fuerzas de sesenta hombres. También conseguía en plena playa, que los peces acudieran a su llamada, cuando escaseaba el pescado que servía de sutento a los franciscanos de su convento. Así como otros tantos milagros obrados por el hermano Sebastián.

El proceso de instrucción del expediente de beatificación duró tres años y fue terminado en junio de 1773. El proceso no llegó a fructificar.



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