Iglesia del Divino Salvador (Castellar de la Frontera)

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Iglesia del Divino Salvador del pueblo viejo de Castellar de la Frontera.

Esta iglesia se levanta en un altozano, a pocos metros del alcázar y sobre un solar que, en época musulmana, ocupó una mezquita u oratorio y un cementerio donde los habitantes de la fortaleza enterraban a los suyos en los períodos de largos asedios.

  • No hay que confundirla con la también denominada Iglesia del Divino Salvador, creada en el Castellar Nuevo, en terreno llano, y muy alejado de ésta, que se encuentra en el interior del Castillo.

Fundación

En los años siguientes a la conquista, este oratorio se utilizó como capilla del castillo y cuando en el siglo XVII se erigió la definitiva Iglesia de El Salvador, se hizo sobre esta capilla, conservándola, aunque ampliaciones posteriores hacen imposible conocer la configuración exacta de la antigua mezquita nazarí.

En una carta enviada en 1644 por el entonces obispo de Cádiz y Algeciras, Don Francisco Guerra, al Conde de Castellar, se hace referencia a la construcción de la capilla y se concede a Don Miguel Arias de Saavedra y a sus sucesores el patronazgo de la iglesia.

Por esos mismos años se construye una algorfa o galería a nivel de la segunda planta del alcázar, que unirá la mansión de los Condes con el presbiterio de la iglesia. De esta manera los habitantes del viejo alcázar podían asistir a los oficios religiosos sin tener que salir de su residencia.

En el siglo XVIII se amplía el edificio desapareciendo su primitiva estructura arquitectónica bajo pesadas yeserías y bóvedas de cañón.

Con el paso de los años la parroquia se fue enriqueciendo con las donaciones y cuidados de sus patronos, los Condes de Castellar. En una visita que, en 1901, hizo Don Lutgardo López Zaragoza, director del periódico linense, a la iglesia encontró en ella alhajas y ornamentos de gran valor.

Desgraciadamente, el 18 de julio de 1936, un grupo de hombres penetró en el interior del templo saqueándolo. En la plaza del ayuntamiento se amontonaron imágenes y ornamentos que fueron pasto de las llamas.

Años más tarde se trajeron nuevas imágenes y se cambió el embaldosado, de típicos ladrillos rojos colocados formando zig-zag por modernas losas cuadrangulares. En el transcurso de las obras se descubrieron varias sepulturas cerca del altar. En dos de ellas se encontraron los cuerpos momificados de dos arciprestes de la parroquia, amortajados con vestiduras eclesiásticas. Igualmente aparecieron en otras zonas de la sala restos de otros enterramientos. Indagando en el Archivo Municipal desvelamos lo que parecía un extraño misterio.

Estado actual

Desde que en 1972 los vecinos se trasladaron al nuevo pueblo, la iglesia permanece cerrada. La humedad y el abandono han empezado a arruinar el tejado. Afortunadamente, en la actualidad se haya en los inicios de su ejecución un proyecto de creación de una Escuela taller por la Junta de Andalucia que, a la vez que servirá para enseñar oficios artesanos casi perdidos a los jóvenes del municipio, acometerá la restauración de los edificios más importantes de la villa.

Descripción

La iglesia se compone de una sola nave, con la puerta de entrada en uno de los laterales que se abre a una placita donde también se encuentra el ayuntamiento. Sobre el presbiterio se localiza el oidor, separado de la iglesia por una fuerte y bien labrada reja. Detrás de esta reja asistían los Condes a los actos litúrgicos.

Frente a la puerta de entrada, en el muro de la Epístola, existe un vano que comunica con el baptisterio, que se halla aislado del resto del edificio, y con el campanario, torreón adosado a la iglesia y de no mucha altura. En conjunto, la construcción se resuelve con gran sencillez y muy pocos elementos decorativos.

Fiestas

De entre las fiestas que se celebraban en el templo en tiempos pasados, merece especial atención la Semana Santa, que gozaba, antes de 1936, de justa fama por la antigüedad y calidad de las tallas y lo pintoresco del recorrido procesional.

También, la festividad de San Salvador, patrón de Castellar y la de San Pantaleón mártir, hoy día olvidada, pero que en siglos pasados se conmemoraba con gran solemnidad y a la que acudía cada año el propio Conde, según se desprende de un documento enviado en 1793 por el Obispo de Cádiz al representante del Duque de Santisteban, que hace mención al asiento que el Conde de Castellar debe ocupar en las fiestas de San Pantaleón Mártir, que a sus expensas se celebran en la iglesia parroquial de Castellar.

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