Carlos Hurtado Casanova

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Me va a resultar difícil escribir sobre alguien al que su modestia le niega ser conocido. Carlos Hurtado es una persona que no se deja tentar por la vanidad, no hace alarde de su talento, antes al contrario, piensa que, es más bello iluminar que brillar, en el mejor sentido leonardiano, no obstante su verdadera vocación es más de dibujante que de arquitecto. Es polifacético, multicultural, en mi opinión es, sin duda alguna, un magnífico dibujante de los más relevantes del siglo XX en España.

Nació en Madrid (1933), vivió en Toledo y pasó su adolescencia y juventud en Cádiz, y como siempre ocurre esa etapa lo marcó, parodiando a Antonio Burgos “El gaditano nace donde le da la gana”. Volvió a Madrid para estudiar arquitectura y allí estableció su residencia definitiva. Arquitecto y biólogo, dibujante, escultor, aventurero, inventor e investigador, viajero del siglo XX, ganadero y profesor de la Escuela de Arquitectura, llevan su sello de maestro diversos Centros Oficiales de Deportes e Institutos de Higiene y Seguridad en el Trabajo, distintos tipos de viviendas, etc. aunque su interés como arquitecto se ha centrado especialmente en la deformación de sólidos.

Hombre de mil recursos, gran conversador, curioso observador y crítico, amante del conocimiento, buscador de lo raro y diferente. Carlos Hurtado, está convencido de que la física es el motor de la humanidad, que el universo está escrito en lenguaje matemático.

Sus dibujos tienen un predominio de la línea; faceta donde aflora su formación de arquitecto. Su excelencia motivó que dichos dibujos fueran seleccionados para quedar como láminas modelo para los estudiantes de la Escuela de Arquitectura. Generalmente los dibujos de color son hechos con acuarelas. Son como un retrato real del objeto pintado, es decir que se queda con el ser del cuadro, con el alma del objeto, con la esencia fundamental que lo define y que cualquier otra línea añadida, ya pertenecería a lo accidental de su esencia.

Dibuja preferentemente cuando viaja, siempre del natural y a la primera, sin lápiz ni modificaciones Se detiene cuando le interesa. Entre sus múltiples viajes se ve el predominio de los detalles, de su predilección en iglesias, espadañas, museos, santos, altares, ménsulas o esculturas junto a la vida que palpita en la calle, lo indigenista, el contraste de la belleza del monumento sin eludir los cables del tendido eléctrico, las esquinas, los puestos de mercados, campaniles, entrecalles, barcas, paisajes o cualquier cosa que llame su atención donde se vea su gusto por la belleza y lo clásico junto al primitivismo, la simplicidad y la pureza originaria. Sus dibujos tienen un predominio de la línea no del contorno ni de las sombras, y pretenden la línea continua para evitar la discontinuidad, por ello recorta los perfiles, las curvas y los picos.

El dibujo de lavado arquitectónico es una técnica que consiste en buscar el volumen a través de la degradación que va del color negro más intenso hasta llegar al blanco del papel, pasando por toda la gama de los grises. Técnica difícil por la pulcritud y concisión que requiere. Esto viene a colación para señalar la calidad y excelencia de sus dibujos.

Para facilitar esta tarea, fabrica estuches donde guardar sus pinceles, tintas, acuarelas y el recipiente para el agua. Si se acaba este mágico contenido, lo sustituye por saliva, y a veces la lluvia, que podría ser un impedimento le sirve de tintero...Todo ello por el placer de dibujar. Su estilo agradable y sensorial, la espontaneidad de los trazos y su cromatismo son sorprendentes y lo definen; posiblemente se deba a su incapacidad para distinguir los colores: es daltónico.

Viajero incansable, su obra es inmensa. Ha recorrido Hispanoamérica, Grecia, Turquía, China, Dubái, Italia, Francia, Reino Unido… haciendo dibujos que mezcla en sus cuadernos de ciudades españolas. Ahora, con 89 años vive plácidamente con la familia, entre Madrid, Ponferrada y Cádiz.

Proyecto para cubrir la plaza de toros de Las Ventas, Madrid. “cubierta esfínter”.

Uno de los retos arquitectónicos más complicados es cubrir un espacio circular. La solución aportada por Hurtado “es perfecta porque permite esa polivalencia, sin necesidad de tener que quitar y poner toda una estructura cada vez. Es permanente y adaptable a las necesidades, para que la plaza se abra o se cierre en función del uso que se le quiera dar, en verano o en invierno”, comenta Mauro Gil-Fournier, de Estudio SIC, uno de los arquitectos que defendía el proyecto.

Fernando Higueras, arquitecto genial y controvertido amigo y compañero de promoción del autor habló del proyecto a otros arquitectos, José María Churtichaga y Ángel del Río. Ambos aseguraban que era una idea genial e impecable. El proyecto fue patentado en 1999 aunque no se ha llevado a la práctica lo que resulta incomprensible.

Gonzalo Díaz Arbolí Académico de Bellas Artes de Santa Cecilia

https://gonzalodiazarboli.blogspot.com/2022/09/breve-biografia-de-carlos-hurtado.html

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