Fernando Hüe y Gutiérrez

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Fernando Hüe y Gutiérrez (n. Zahara de la Sierra, 8 de mayo de 1834 - Tuy, 15 de marzo de 1894), religioso, obispo de Tuy, académico y poeta.

Biografía

El día 30 de noviembre de 1881 fue elegido para Obispo de Tuy (D. Fernando Hüe Gutiérrez); el 27 de marzo de 1882 fue preconizado por Su Santidad León XIII, y el 2 de julio del mismo año fue consagrado en la iglesia de San Pablo de Sevilla. [1]

El día 7 de octubre, al caer de la tarde, entró solemnemente en la capital de su diócesis. Muy pronto dio a conocer las eximias cualidades con que Dios le había adornado. Poco tiempo después de haberse encargado del gobierno de la diócesis, sostuvo los derechos de la Iglesia en la cuestión suscitada con motivo de una profesión religiosa en el convento de la Enseñanza de Vigo, y condenó el Diario, periódico impío que se publicaba en la misma ciudad.

Fundó la Pía Unión de Sufragios para los sacerdotes, y la de Salvamento de Náufragos a favor de los marineros de la costa de este obispado. Protegió la benéfica asociación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados y les dio asilo en que se establecieran. Comenzó las obras de otro asilo para Sacerdotes Ancianos, con limosnas recogidas entre el clero de la diócesis. Restauró el Seminario Conciliar, mandando construir en él habitaciones nuevas y un espacioso Salón de Actos. Restableció en el mismo centro de Enseñanza las cátedras de Lenguas Bíblicas, creó la de Arqueología Sagrada, y aumentó considerablemente el Gabinete de Física. Asistió al Concilio Provincial Compostelano celebrado en 1887, y presidió en él la Congregación que trató de las cuestiones contenidas en los títulos III y IV, De Cultu y De Vita et Honestate Clericorum. En dos legislaturas representó a la provincia eclesiástica compostelana en la alta cámara de la nación.

En los últimos años de su vida consiguió ver triunfantes los derechos de la Iglesia en dos cuestiones promovidas por enterramientos de cadáveres de católicos, verificados el uno en Ribadedavia y el otro en Vigo. También condenó por entonces El Progreso, de esta última ciudad, y El Motín y Las Dominicales, de Madrid, publicaciones heterodoxas. Con motivo de graves injurias y torpes calumnias lanzadas contra él en un diario de la Corte, y en dos de esta provincia de Pontevedra, recibió adhesiones del Cabildo Catedral, cuerpo de beneficiados, Seminario Conciliar, clero parroquial, PP, Jesuítas de la Guardia y Conventos de Religiosas.

Reposó el día 15 de marzo de 1894 en la paz del Señor. Lloróle toda la diócesis, y especialmente los pobres, a quienes visitaba y socorría con caridad inagotable. La biblioteca del Seminario se enriqueció con gran parte de sus libros, que él legó en su testamento; la Catedral recibió también por legado suyo un cáliz y vinagreras de oro. Pertenecía a varias sociedades literarias y era Académico Correspondiente de la Real de la Historia.

Referencias

  1. [(De la biografía colocada en la sala capitular de la catedral de Tuy.) ]


Escrito de D. José M. León y Domínguez sobre la vida y obra de Fernando Hüe

  • Se reproduce, a continuación, e íntegro, escrito de José M. León y Domínguez, redactado en la ciudad de Cádiz, con fecha de 17 de marzo de 1894, sobre la vida de Fernando Hüe y Gutiérrez.


El antiguo Canónigo Doctoral de la catedral gaditana, el discípulo de Lista, el familiar del Cardenal Puente (muy digno hijo de Cádiz), el defensor denodado de los derechos de la Iglesia, el escritor castizo y poeta inspirado, el celosísimo Prelado de Tuy, ha fallecido el día 15 del corriente mes en la capital de su diócesis. La enfermedad que le ha llevado al sepulcro minaba su existencia hacía muchos años. Casi puede decirse que la llevó ya consigo desde su salida de Cádiz. Sólo su alma grande y sus solidísimas virtudes han podido mantener llena de energía y entereza aquella su naturaleza decaída, que, hasta los últimos momentos, se ha manifestado en actos gloriosísimos, propios del ministerio episcopal, como Pastor de la grey que le había sido encomendada.

Procuraré reunir en breve espacio algo de lo mucho que se acerca de varón tan insigne. Nació D. Fernando Hüe el día 8 de mayo de 1834; iba, pues, a cumplir los 60 años muy pronto. Fue su cuna la histórica villa de Zahara (perteneciente al arzobispado de Sevilla), la que, tomada por Abul Hassán, padre de Boabdil, vino a romper la tregua pactada con los Reyes Católicos, que desde aquel momento se propusieron la reconquista del reino granadino, último rincón de la agarena raza en la tierra española. Es Zahara el pueblo más apartado de esta provincia, colindando con la de Málaga.

A la edad de siete años pasó a la ciudad de Sevilla y estudió latinidad y humanidades (1843 a 48) en el conocido colegio de San Diego, fundado y entonces regentado por el célebre humanista y literato D. Alberto Lista, de quien fue el Sr. Hüe muy querido y aventajado discípulo en las clases de Literatura é Historia. Su predilección y distinción se prueban por haberle elegido inspector de sus compañeros en esta última clase. Allí, bajo la dirección de Lista, adquirió el buen gusto literario que, andando el tiempo, se notó en los documentos y discursos dados a luz por el Doctoral de la iglesia gaditana, luego Obispo de Tuy, y de que son también gentil muestra las delicadas poseías, debidas a su genio, pocas en número por desgracia, a causa de las gravísimas ocupaciones que de continuo le han embargado en el cumplimiento de su ministerio sacerdotal.

De 1848 a 1856 cursó en la Universidad de Sevilla el año de ampliación y siete de jurisprudencia civil y canónica, obteniendo siempre notas de Sobresaliente, y en varios años el Premio, como igualmente los había alcanzado antes en los cursos de latín y humanidades en el colegio San Diego. También mereció en rigurosa oposición los Premios en el bachillerato y licenciatura en Jurisprudencia, consistentes en la concesión gratis de ambos títulos. Natural era que el joven alumno de la Universidad sevillana llamase la atención de los Rectores Pérez Seoane y Martín Villa, cuyos recuerdos vivirán siempre en aquel instituto literario, por haber sido el primero muy distinguido juriconsulto, dotado de una rectitud intachable, á la que se le debieron no pocas reformas, habiendo sido el segundo peritísimo literato. Ambos supieron premiar la aplicación y talento del Sr. Hüe, nombrándole respectivamente oficial de la Secretaría y Biblioteca de la Universidad.

Desde muy pequeño, se señaló por su grandísima afición a los estudios históricos, hasta el punto de pasarse horas enteras en la lectura de los libros de Josué, de los Reyes, de los Jueces y otros de la Sagrada Escritura, así como en la de nuestra España, alimentando espíritu con los heróicos hechos de nuestra inmortal Reconquista. De tales aficiones históricas hemos visto ha pocos años galanas muestras en sus discursos pronunciados en las solemnes honras a Cervantes, a la Reina Mercedes y a Calderón, verdaderos monumentos del bien decir en la oratoria sagrada.

El Sr. Obispo de Tuy era, ya hace largo tiempo, Académico Correspondiente de la Real de la Historia. En 1857 se incorporó al ilustre colegio de abogados de Sevilla. Pero el Señor le llamaba para regir su Iglesia, y oyendo el jurista la voz que le atraía al Santuario, se ordenó de Menores y Subdiácono en mayo de 1857, confiriéndole estos sagrados órdenes el excelentísimo Sr. Arbolí, durante la vacante del Eminentísimo Cardenal Romo, habiéndole también ordenado de Diácono el mismo Sr. Arbolí en septiembre, hallándose en santa visita en Jimena. El Emmo. Sr. Cardenal Puente, Arzobispo de Burgos, le nombró en enero de 1858 su vicesecretario de cámara y secretario de visita, cuando sólo contaba el Sr. Hüe 23 años, ordenándole de Presbítero en 28 de mayo de 1858, y agradeciéndole después, en 1859, con un Beneficio en aquella santa iglesia metropolitana.

En los nueve años de su permanencia en Burgos, mereciendo la confianza de tan ilustre Purpurado, el señor Hüe empezó a dar pruebas muy relevantes de que se encontraba dotado de condiciones y especial temple de mando para llenar difíciles y delicados puestos, en los cuales se requieren, al par que sólidas virtudes, entereza de carácter y suave moderación. Los que le vieron desempeñar en tan vasta archidiócesis aquellos cargos, y posteriormente de representante del prelado en el grave y complicado asunto de la cesión de bienes eclesiásticos y excepción de fincas rectorales, podrán hablar de las excelentes cualidades que adornaban al Obispo de Tuy. Al mismo tiempo trabajaba con la mayor asiduidad y celo, dedicándose a la dirección de las almas en el confesionario, y ayudando al Sr. Puente en la predicación durante la santa visita, siempre que el estado de salud no le permitía al Prelado ejercer tal ministerio por sí mismo. En 1867 hizo oposición a la canongía doctoral de Burgos, mereciendo por la brillantez de sus ejercicios la unánime aprobación de los actos y ocho votos de los veinte que entraron en votación. Vacante en esta ciudad de Cádiz el año de 1869 la canongía doctoral, por renuncia del sabio y virtuoso doctor D. Diego Herrero, que se había retirado a la Compañía de Jesús, presentándose tres opositores, entre ellos el Sr. Hüe. Muy notables fueron aquellos actos entonces verificados, y habiéndose dividido el cabildo en la votación y resultando empate entre este último y otro de sus contrincantes, obtuvo plaza aquél por diferencia de algunos meses más de edad. El coopositor éralo el amigo queridísimo de su niñez, el no menos virtuoso y sabio Sr. D. Marcelo Spínola y Mestre, hoy dignísimo Obispo de Málaga.

El Sr. Hüe, que en 1866 había obtenido, por breve de Su Santidad, la rehabilitación para los efectos eclesiásticos de sus grados académicos, tan notablemente ganados por oposición en la Universidad, recibió el año 1871 la investidura de doctor en Cánones en el Seminario central de Granada. Tócame ahora presentar la más brillante página de la historia de los grandes servicios a la Iglesia prestados por el sabio Obispo de Tuy. Corría el año de 1873, y hallábase en santa visita el inolvidable Prelado D. Fray Félix, cuando se declaró forma de gobierno en España la república federal. El ayuntamiento, empezó a poner mano en las cosas y asuntos eclesiástico. En los mismos momentos en que se ordenaba la expulsión de las religiosas de la Candelaria y el derribo de su iglesia y convento, fue nombrado por el Sr. Obispo Gobernador eclesiástico y Provisor y Vicario general el doctor don Fernando Hüe, para que hiciera oír la voz de la razón, de la justicia y el derecho a los individuos que componían el municipio. Bien quisiera correr un velo sobre aquellos acontecimientos para no resucitar antiguos agravios que la Iglesia, madre amorosa, perdona. Pero no puedo pasar en silencio la entereza verdaderamente heróica, templada en el fuego de la caridad cristiana, con el que el Sr. Hüe supo contrarrestar el torrente avasallador de medidas y acuerdos que harían profundamente los sentimientos católicos. Léanse las valientes y sentídas comunicaciones que en días tan críticos dirigió el Sr. Hüe al presidente del comité, y se vendrá en conocimiento de lo que, como hombre de gobierno y autoridad, valía el Obispo de Tuy, cuando se trataba de defender los derechos de la Iglesia.

Disipada la nube que había caído sobre esta religiosa ciudad, tornó el Sr. Hüe a sus tranquilas tareas evangélicas, a sus explicaciones en la cátedra de Cánones, y a sus trabajos a favor de la instrucción pública como vocal eclesiástico por el Sr. Obispo en la junta provincial de primera enseñanza, hasta que al advenimiento del nuevo Prelado de Cádiz, Excmo. Sr. D. Jaime Catalá y Albosa, que supo conocer enseguida las altísimas dotes del Doctoral gaditano, mereció ser por el mismo nombrado nuevamente Provisor y Vicario general de la diócesis. Aclamado por la opinión pública como muy digno, en cuanto se puede serlo, de recibir la consagración episcopal, honrando así a la diócesis que lograra la dicha de llamarle su Prelado, obtuvo el nombramiento de Obispo de Tuy en 30 de noviembre del año de 1881, siendo luego presentado por el gobierno a la Santa Sede, preconizado por Su Santidad en 27 de marzo de 1882, y consagrado Obispo a 2 de julio del mismo año en la iglesia de San Pablo de Sevilla. Tuvo la honra de apadrinarle en tan solemne acto su antiguo condiscípulo y amigo regalado el señor marqués de Santo Domingo de Guzmán. Hizo su entrada en la diócesis de Tuy el sábado 7 de octubre del año referido. Y, si gloriosas fueron las páginas de la historia del Sr. Hüe antes de su pastorado, aun más lo han sido en el nuevo cargo de sucesor de los Apóstoles, a contar de tan señalada fecha.

Su intachable rectitud, su delicadísima justicia, admirablemente hermanadas con una sencillez de corazón encantadora, y hasta su agradable jovialidad en su discreto decir, han hecho siempre de su respetable personalidad un perfecto y acabado modelo de Pastores escogidos por la mano de Dios para hacer la felicidad temporal y eterna de sus queridos hijos. Bien presentes deberán estar en la memoria de los fieles de Tuy, para no lanzarlos jamás al olvido, la admiración, el respeto y el filial amor que siempre sintieron por ilustre Prelado que ocupó, hasta antes de ayer, la silla de San Epitacio y San Ovidio. El gran apologista popular de los tiempos modernos D. Félix Sardá y Salvany, ha recordado no ha mucho en su Revista, de Barcelona, sus grandes obras de caridad y sus preclaras virtudes, acompañando a su escrito el retrato del que tan sentido ha de ser por la diócesis tudense. No ha mucho también que al presentarse el Sr. Hüe en el Seminario Conciliar para un acto literario religioso, se encontró humildemente sorprendido al leer, entre otras, las siguientes inscripciones latinas diseminadas por las paredes del salón de actos:

TVDAE. PRAESVL SEMINARIVM. AVGET DIOCESIM OPTIME. REGIT ERRORVM CONCVLCAT. CAPVT HONORES HVMILLIMVS. SPERNIT

Aludían estas inscripciones a las importantísimas obras, tanto del orden material como del científico, que llegó a realizar en el Seminario; a su prudencia y sabiduría en el gobierno de la diócesis; a su entereza inquebrantable en la defensa de los derechos de la Iglesia, y a su humildad probada en todos sus actos, uno de los cuales fue declinar la honra que le hizo el Gobierno al concederle una gran cruz, a lo que supo contestar reverentemente que, teniendo que favorecer la miseria de sus pobres diocesanos, no podía desprenderse, para el pago de los correspondientes gastos y derechos, de lo que consideraba ser propiedad de los pobrecitos.

A más de las obras del Seminario, enriqueció su Gabinete de Física, restauró la casa de las Hermanitas de los pobres, y comenzó la construcción de un Asilo de venerables sacerdotes. También le debe el mismo seminario la creación de las cátedras de lenguas orientales, y muchos pueblos la fundación de preceptorías, necesarias, ó mejor dicho, absolutamente indispensables, en diócesis pobres como la que regía.

No obstante su estado de enfermedad habitual, ha trabajado como Pastor celosísimo hasta los últimos instantes en que el Señor le ha querido llevar a su seno. No hace diez días que publicó una pastoral, castiza y elocuente, como todas las suyas, estableciendo la obra de las Conferencias Eclesiásticas, y aun no hace ocho tuve la honra de recibir una amistosa carta que me envió al acusarme recibo del folleto Cádiz ante el Santísimo Sacramento. Y digo esto para indicar que su muerte, prevista há mucho tiempo, por la hemiplégia que había herido su naturaleza corpórea, pero dejando a su espíritu y a su cerebro con la lucidez más completa para todo lo que fuese trabajos mentales, era ya esperada y temida por los que nos honrábamos con su afectuosa amistad.

Dos telegramas tan sólo se han recibido en Cádiz; el uno estaba puesto en Tuy el día 14 a las diez cuarenta de la mañana anunciando su gravedad, y el otro a las once del 15 comunicando la triste nueva de su fallecimiento. La Santísima Virgen a quien dedicó versos dulcísimos, impregnados en el amor en que su alma recta se abrasaba, y Jesucristo por cuya Iglesia trabajó tan heroica y denodadamente en vida, le habrán dado el premio y el galardón de sus virtudes apostólicas. Al terminar este recuerdo, que a la santa memoria del antiguo Doctoral de Cádiz dedica el menor de los que fueron sus amigos, se me ocurren aquellas palabras de oro del insigne Aparisi: “Morir para quien muere en Jesucristo, es saltar en el bajel que aporta a las playas eternas; es dormirse entre los hombres y despertar entre los ángeles.”

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Partida de Bautismo de Fernando Hüe y Gutierrez

“En la villa de Zahara en once días de Mayo de mil ochocientos treinta y cuatro años; Yo Dn. José Martínez Lorente, Pbro. Beneficiado propio de la Iglesia Parroquial de Santa María de la Meza, única titular en esta villa de Zahara, bauticé solemnemente con licencia del Párroco a FERNANDO, Pedro, Miguel de la Ascensión, que nació el ocho del corriente, hijo legítimo de Dn. Miguel DE HÜE Y CAMACHO, natural de Xerez de la Frontera, y Dª Antonia GUTIÉRREZ DE LA VEGA, natural de Sevilla y vecinos de ésta; son Abuelos Paternos Dn. Miguel de Hüe y Fleuri, primer Piloto de la Real Armada, natural de Sahurs, en Francia, departamento del Sena inferior, y Dª Josefa Camacho, natural de Xerez de la Frontera; son sus abuelos Maternos Dn. Fernando Gutiérrez y Dª Francisca de la Vega, naturales y vecinos de Sevilla; fue su Padrino Dn. Pedro Peñalver vecino de ésta, al que advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones ex sacro fonte contraídas, en fe lo cual lo firmé fecha ut supra”.

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