Leyendas de andalucia
ANTIGUO EDIFICIO DE LA CRUZ ROJA-SAN FERNANDO
antiguo edificio de la Cruz Roja en San Fernando, allí cuentan los testigos como, en algunas ocasiones, se puede ver una cara asomada a una de sus desvencijadas ventanas. Casi todo el mundo conoce su ubicación, muy próximo al monumento Camarón. Sin embargo los que hasta el lugar han ido hablan de extrañas sensaciones, de sentirse acompañados. Uno de esos testigos anónimos decía al respecto de una experiencia vivida en esa zona: “Yo por desgracia he vivido momentos que quisiera olvidar como, por ejemplo, el pasadizo que hay desde la Cruz Roja hasta la iglesia del Carmen.
Entre los isleños más temerosos existe una máxima: no pasar por la noche muy cerca muy cerca de la antigua Casa de la Cruz Roja. Lo cierto es que los sonidos en esta vieja casa, en donde hasta haqce una década estuvo un puesto de la Cruz Roja son muy repetitivos y son ya una Leyenda en la ciudad que se suma a otras.
No vi ni escuche nada, pero sentí presencias en muchas ocasiones y brisas de viento frías (que no se de donde salió el viento o si es subterráneo)
Un antiguo enfermero del centro relataba: “La casa de la Cruz Roja, como ustedes la llaman, fue antes Casa de Socorro y fue el centro de urgencias en San Fernando. Si se habla de espectros y se cree en ellos, podemos comentar que allí murieron varios de nuestros vecinos y se velaron cadáveres hasta la llegada del Juez que, a veces, tardaba horas. Existía quirófano y salas de consultas además de la citada Casa de Socorro, todo bastante espectral y que no me extraña que algunas de sus almas estén rondando por tan vetusto edificio esperando su adecentamiento”. Confieso, que hace ya unos pocos de años entré en el edificio de la Cruz Roja. Cuando entré con mis amigos sólo tenía 13 o 14 años y reconozco que soy una persona que nunca a creído en esas cosas y ni siquiera les he tenido miedo. Bueno pues allí cosas vi y sentí, noté una presencia, noté que había alguien más, y no me refiero a los gatos, sino a presencias como si hubiera alguien más aparte de nosotros, como si alguien nos vigilara y estuviera pendiente a nosotros. Desde ese día aprendí a tenerle respeto a esas cosas, aunque no crea en ellas”. entré en el interior del edificio y vio algo que jamás olvidará: “no te sabría explicar, andábamos tonteando y uno de mis amigos dijo que si íbamos a la Cruz Roja a hacer una ouija. Fuimos allí e improvisamos un tablero, aquello se movía mucho, usamos un vaso, y yo, en broma, dije: “Si es verdad que estás con nosotros aparece”. Y entonces comenzamos a sentir pasos y, frente a nosotros, en la puerta, pasó una sombra grande, como una presencia, allí estábamos solos y, sin embargo, aquello se apareció. No he regresado allí jamás y nunca más he hecho una ouija”.
En la antigua sede de la Cruz Roja son muchos los comentarios que alimentan la historia de fantasmas y apariciones en su interior, en muchas ocasiones más producto del miedo y la sugestión que de la realidad aunque, ciertamente, se narren experiencias que digan que por sus tétricas ventanas se ha visto deambular, lenta, pausadamente, un rostro cada noche que es acompañado por misteriosos ruidos que proceden del interior del edificio. Otro de los rumores que recorren la ciudad tiene que ver con unos de sus lugares más señeros, el callejón de Cróquer. En este caso se trata de una sombra que surge de tarde en tarde para deslizarse por el suelo hasta desaparecer. Los vecinos de la zona conocen esta historia si bien no consideran que se trate de ningún fenómeno paranormal. Los cementerios en La Isla Los datos más antiguos y fidedignos sobre la existencia de aquellos primitivos camposantos isleños, nacen tras la reconquista cristiana del bajo Guadalquivir y más concretamente de la zona del saco de la Bahía Gaditana y de sus poblaciones limítrofes. Todo aquello aconteció en gran parte, bajo el reinado del célebre monarca Castellano Leonés D. Alfonso X “El Rey Sabio”; cuando corría el Año de 1262. Entre las que por entonces se encontraba, el viejo Logar de la Puente; posterior isla de León y en la actualidad Ciudad de San Fernando.
Dicen y al parecer según ciertos estudios e hipótesis de expertos en la materia, que de aquel periodo pudo comenzar la obra de nuestro actual y entrañable Castillo de San Romualdo; por entonces llamado de varias formas y cuya denominación, al parecer se debe a un grave error del gran Historiador y Político Nacional D. Pascual Madoz. Pues bien al parecer existía dentro de los llamados intramuros de aquel castillo isleño, un primer camposanto y prueba de ello, nos lo ratifican los últimos estudios que se llevan a cabo en nuestros días en dicho lugar y tan singular edificio monumental. Su cripta funeraria y los restos hallados bajo esta, de varios miles de enterramientos humanos, como así nos lo certifican.
CEMENTERIO CAPILLA SAN PEDRO-SAN FERNANDO
Capilla de San Pedro Sobre el solar, se construyó la casa de la fotografía que, a mediados del siglo pasado, en su planta baja, se encontraba la casa de socorro. Posteriormente y fuera de tan singular y emblemático edificio, también se hallaron en sus extramuros otros restos humanos, que fueron sepultados en sus aledaños. Mas concretamente estos pertenecían al cementerio parroquial como así eran llamados, de la cercana Capilla de San Pedro. Aquella que se ubicó en el entorno de la actual y popular Plazoleta del Bacalao (Font de Mora), y que según las crónicas y relatos del gran asalto Anglo Holandés, que asoló la Bahía Gaditana; suceso acaecido a mediados del mes de Julio del Año de 1596, siendo este templo incendiado y derribado por sus cimientos. Hace unas décadas recuerdo, como en las obras para la construcción de un moderno edificio en su cercana Calle de Escaño, de la aparición de unos restos humanos procedentes de aquel viejo Cementerio dentro de una fosa común, circunscrita a la desaparecida Capilla de San Pedro.
Tras la gran eclosión urbanística y demográfica sufrida en el devenir del tiempo en aquella por entonces Real Villa de la Isla de León, especialmente en los pasados Siglos XVIII y XIX, donde se erigieron toda clase de modernos edificios de toda índole; especialmente de sus templos y parroquias, en cuyos entornos se levantaron diversos cementerios denominados parroquiales. De entre estos de forma abreviada, citaré los siguientes:
A) Según las crónicas cuando corría el Año de 1680, ya existía la primitiva Capilla de Nuestra Sra. del Carmen, en cuyos terrenos posteriormente se edificó el actual Templo Parroquial y Convento bajo dicha advocación para ser inaugurado en el año de 1733. Este también contó con su propio cementerio, amen de numerosas criptas en sus respectivas capillas del interior del propio templo, donde descansaban los restos de pudientes y adineradas familias; también ante la propia muerte y el descanso eterno, existían diferencias notables y estatus.
B) Alrededor del Año de 1744, igualmente se erige el Hospicio y posterior Convento de San Francisco, que posteriormente pasó a la jurisdicción de la Armada Española. En sus cercanías existió otro de aquellos camposantos parroquiales, y que curiosamente hace unos años también como resultado de unas obras, apareció una fosa común conteniendo numerosos restos humanos; localizados en la cercana Calle de Faustino Ruiz (antes de San Francisco).
C) Entre los Años de 1757 al de 1764 se procede a la construcción de la Iglesia Mayor Parroquial, bajo la advocación de San Pedro y de San Pablo, en aquel manchón conocido con el nombre de “Balcante”. El cual donó el famoso Deán de la Catedral de Cádiz D. Lorenzo Nicolás Ibáñez Porcio, dotándola de su propio camposanto, y del cual hasta nuestros días nos llega su santa cueva.
CEMENTERIO DE LA IGLESIA MAYOR
Iglesia Mayor Sobre el cementerio que se construyó en su parte trasera,se encuentra la Santa Cueva. Fotografía de autor desconocido.Postal de la época.
D) También se dotaron de sus propios cementerios, a diversos conventos de órdenes religiosas afincadas en nuestra Real Villa: La Compañía de María, y posteriormente la de las Madres Capuchinas y la de las hermanas descalzas de la Orden de Ntra. Sra. del Carmen.El Arsenal Naval de la Carraca cuya obra se inició en el primer cuarto del Siglo XVIII, también contó curiosamente como núcleo poblacional, con su propio cementerio; el cual aún perdura aunque sin uso.
F) Tras la batalla naval librada en las aguas del saco de la Bahía Gaditana, entre las escuadras Hispano Francesa al mando de esta última se encontraba el célebre Almirante Rossyllí, en el verano del Año de 1808, y debido a lo cual y a la captura de un gran contingente de prisioneros a los que habría que sumar otros miles mas fruto de la batalla española obtenida en Bailen, y al quedar todos estos cautivos en la Isla de León, y a la gran mortandad sufrida entre sus filas se precisó construir un camposanto, donde dar sepultura a dichos soldados. El artífice de su obra fue el Ingeniero Militar Español de origen Catalán, D. Antonio Prat; aquel que participó de igual modo en la gran reforma realizada en el Teatro Cómico, para adaptarlo con su planta elíptica en sala de sesiones de aquellas Cortes de la Real villa de la isla de León 1810/1811 . Dicho cementerio erigido al borde de la Playa de la Casería, cuyos restos aún nos recuerda su planta rectangular, labrado en piedra ostionera, y que recibió por nombre el de “Cementerio de los Franceses”, otros lo conocen como “El de los Ingleses”, ya que también de dicha Nación, muchos combatieron codo con codo junto a Españoles y a Portugueses en plena Guerra de la Independencia Hispano Francesa, recibiendo entre sus muros sepultura. Estos dos últimos camposantos, estuvieron en funcionamiento hasta acabado la pasada Guerra Civil Española.
CEMENTERIO DE LOS INGLESES
Solar junto la playa de la Casería. En él se ubicó el cementerio primero para dar sepultura a los franceses y posterior a ingleses. Fotografía www.elguichidecarlos.com La Real Cédula promulgada por el Rey D. Carlos III, de fecha 3 de Abril del Año de 1787; mediante la cual se abolían los cementerios Parroquiales en el Reino de España.
La aprobación y entrada en vigor de aquella Real Cédula, tenía como finalidad establecer y delimitar una frontera urbana entre los vivos y los muertos. La vida y la muerte convivían desde tiempo inmemorial, en nuestra sociedad; cuestiones de salubridad e higiene convenían su puesta en funcionamiento, en aquellas Ciudades y Pueblos de una España plagada de toda clase de epidemias y enfermedades; a menudo contagiosas que diezmaron sus poblaciones.
Curiosamente a lo acontecido con la entrada en vigor de dicha Real Cédula, en nuestra Villa un mes antes de su aprobación, ya se especuló con construir un moderno camposanto para atender tan necesaria demanda social. El primer lugar que se barajó para su ubicación, fue la llamada “Viña de Herrera”, lugar cercano al conocido Molino y Caño homónimo, por lo apartado de la población y lo ventilado y saludable de dichos parajes; pero tal pretensión jamás prosperó.El Pedroso El CEMENTERIO RURAL DEL PEDROSO el gran olvidado. Cementerio del Pedroso Ubicación de la Salina del Marques del Pedroso. Entre la Huerta de la Compañía y Río Arillo, se ubicó el Cementerio del Pedroso. Fotografía de www.elguichidecarlos.com En esta Real Orden se establecía y regulaba el uso de nuevos cementerios a construir, alejados de sus poblaciones en espacios ventilados y fuera de las mismas, con la finalidad de recuperar gran parte del suelo urbano perdido en la construcción de aquellos antiguos cementerios parroquiales; condenados estos últimos, a su irremediable desaparición en beneficio de estos nuevos camposantos. Pero sobre todo la intención mayor, fue la de evitar toda clase de enfermedades y epidemias. La gran acogida de parte de los Concejos Locales, de esta Real Cédula lo será de modo muy favorable. Mientras que de parte de la jerarquía eclesiástica, se batallará por mantener la anterior situación, dadas las repercusiones de toda índole que dicha medida comportaba y establecía. Así el primer cementerio isleño, construido tras la entrada en vigor de aquella Real Cédula antes citada, fue el construido en una antigua salina aledaña al lugar del Sr. Marqués del Pedroso y cercana al Caño del Río de Arillo propiedad de la Compañía de Jesús. Dicho camposanto el cual paso a nuestra peculiar Historia Local, con el nombre de “Cementerio Rural del Pedroso”, y que fue erigido en plena vorágine de la gran epidemia de “Fiebre Amarilla o del Vómito Prieto o Negro”, que provino de la arribada allá por el mes de Junio del Año de 1800 al puerto de Cádiz de tres Goletas (Delfín, Águila y Júpiter), y en la cual se produjeron poco después sus primeras victimas mortales dentro de su popular Barrio de Santa María, asolando la Comarca Gaditana y especialmente nuestra Real Villa durante el verano de aquel aciago Año de 1800, y que diezmó nuestra por entonces población isleña estimada en unos 10.000 vecinos en un 40%, sin contabilizar los párvulos o también llamadas “Almas de Comunión”. Algo más de 4000 isleños encontraron la muerte, entre altísimas fiebres y fuertes convulsiones, que solo el empleo de rudimentarios remedios medicinales, sangrías, rogativas y de la nieve, pudo en parte paliar. Cuyo reparto se hacia cada verano mediante su remate oficial oportuno, hacia el mejor postor que la distribuía entre nuestros vecinos.
Se nombró Al Regidor Bienal Sr. D. Juan José Cayraz, como comisionado para la obra de dicho cementerio rural en el lugar elegido y antes descrito, cuya propiedad poco después esgrimió el propio Marqués del Pedroso a través de su apoderado, mediante un litigio judicial, al que la justicia no le dio la razón. Una vez comenzada su fábrica en aquel mismo verano de la gran epidemia que inmortalizó el célebre pintor Francisco Javier Riedmayer, en su Cuadro alegórico al Voto de San José, cuyo encargo le fue conferido por nuestro por entonces Consistorio Municipal Isleño, por las rogativas y gracias al Patriarca Sr. San José, y a su intersección divina, para erradicar tan desastroso mal que llenó nuestra isla de muerte y desolación. Dicha obra actualmente se encuentra en el interior del Museo Histórico Municipal en espera de retornar como siempre así fue a la Sala Capitular de nuestro Palacio Consistorial desde el día 26 de Abril de 1801, tras finalizar las obras que en dicho edificio se llevan a cabo.
Para no extenderme mucho en este ligero estudio, quisiera matizar sobre tan ignorado camposanto isleño, los siguientes apuntes:
Se construyó como antes cité, en unos terrenos lacustres de una antigua salina, muy cerca de la que todos conocemos como de los Tres Amigos y del Caño del Río de Arillo. Su extensión era aproximadamente de unas 250 varas en cuadro, perimetrado de muros en sus cuatro costados. Se acordó construir una puerta de acceso y rematar esta con una cruz. Dicho cementerio, se comenzó a utilizar urgentemente, a resultas de la gran mortandad sufrida en aquel verano, incluso antes de ser este bendecido. Incluso se regularon los horarios de los entierros, sus recorridos y la construcción de un nuevo camino, todo ello motivado por los espectáculos dantescos que se suscitaban a través del uso, del continuo y constante trasiego de sepelios por el centro de nuestra población; y la inquietud y el pavor que todo aquello producía entre la sociedad de la época. El Hospital de San José se eligió como centro de recepción de enfermos, moribundos o fallecidos y desde este lugar partían incansablemente oleadas de comitivas fúnebres y otras veces mediante el empleo de aquel célebre y renombrado carro mortuorio, al que el vulgo motejó como “El carro de la carne”. Dicho vehículo fue adquirido por nuestro Ayuntamiento, y para su empleo y manejo se contrataron a dos personas para la recogida y sepultura de los cadáveres transportados en el mismo, en dicho centro hospitalario antes reseñado, en sus domicilios; e incluso en plena vía pública. Su imagen era dantesca. El verlo transitar por nuestras angostas calles, y por parajes desoladores y lugares inhóspito mas propio de escenas macabras y fantasmagóricas. Ver depositar dentro de aquel armatoste, aquellos cuerpos retorcidos, incluso algunos hasta con signos de poca vida, y como sus extremidades afloraban por los costados y estribos de aquel carro tirado por un mulo, caminar cansinamente en busca de su última morada. Crónicas de la época narran escenas de enterramientos en dicho camposanto, relatando como dejaban semiocultos en sus zanjas abiertas y quebradas a la intemperie, a numerosos cuerpos humanos. Y el contemplar como estos eran trasportados desde el mortuorio ubicado en el Hospital de San José, en dicho carro funerario atados con cuerdas a menudo entre sí, soliéndose transportar a varios cadáveres para evitar que estos cayesen rodando por sus costados, hacia la propia vía pública. Para evitar tales escenas, se acordó la construcción de un ataúd donde depositar dichos restos, y llevarlos ocultos hacia aquel cementerio rural ante la mirada de los atónitos espectadores, que contemplaban a diario tan dantescas imágenes, que discurrían por nuestras vías públicas. Poco después en evitación de tales escenas y para paliar la gran necesidad que acuciaba, se compró un nuevo carro en este caso cubierto; también se construyó una cochera para su guarda. También era muy común dada la extrema pobreza de las familias y de los propios finados, el carecer de recursos económicos incluso para sufragar un digno entierro; e incluso se alquilaban los ataúdes que luego entregaban, para dar sepultura a estos infelices amortajados o envueltos en todo tipo de prendas en lúgubres fosas, entremezcladas entre sí con algo de cal viva y tierra. Ciertas hermandades literalmente quebraron al sufragar estas los entierros de sus fallecidos hermanos; estas eran precursoras de los actuales seguros de decesos.
ANTIGUO HOSPITAL HOY MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL
Sin embargo, uno de los mitos más conocidos reside en el propio museo municipal. Estas instalaciones fueron un antiguo hospital y a parte de voces se escuchan también golpes en las puertas e incluso llamada a las personas por su nombre. En cuanto a las apariciones es famosa la de un hombre con barba y bata blanca. Según expone el propio Eduardo Arboleda las psicofonías realizadas en este lugar han sido positivas.