José María Hinojosa

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Historia del bandolero José María Hinojosa "Tempranillo"

Un día, nadie sabe exactamente el año, José María “ el Tempranillo “, apareció inesperadamente en la iglesia de Grazalema (Cádiz), para bautizar a su recién nacido hijo.

El día anterior había depositado el cadáver de su mujer, María Jerónima, en casa sus padres, después de huir de una emboscada trazada por los “ migueletes “ y tal vez, también, por los “realistas“, miembros por aquel entonces del ejército absolutista y oficial.

Pero la leyenda es aún más dura, según cuentan… “El tempranillo “, solo y sin sus acólitos seguidores, decidió asistir al parto él mismo, sin ayuda de nadie, en una ruinosa finca abandonada y en este sitio sucedió la tragedia.

Fue rodeado por los guardias y conminado a salir y entregarse, a lo cual él se negó. Su mujer falleció en el parto, pero el bebé sobrevivió, y haciendo honor a su casta, decidió salir de la encerrona montando su caballo llevándose con él a su hijo y a su difunta mujer, nadie sabe con certeza cómo sorteó el cerco al que le tenían sometido, pero lo cierto es que realizó esa gesta con éxito.

Entregó el cadáver de su mujer a su familia y días después bautizó a su hijo en la mencionada iglesia de Grazalema, desapareciendo poco después, sin oposición alguna de los guardias.

Esta es una leyenda más de José María “El Tempranillo”, una de muchas en las que los testigos, obviamente difuntos hoy en día, se pierden en el tiempo. Escritos de la época y el “boca a boca” de dos siglos van dando forma a este personaje.

Se llamaba José María Hinojosa y parece ser que confesó un crimen a una señora de la vecindad, un “ crimen” para vengar la muerte de su padre, y esa mujer, una vez oído su testimonio, le dijo… ¡pues si que empiezas tempranillo..!

Nació en Jauja, Córdoba en 1805, un 21 de junio, por lo tanto la invasión francesa le cogió de niño, pero dicen que con 11 ó 12 años ya se había “ tirado “ al monte, que sería su casa prácticamente toda su vida… Sierra Morena.

Dicen de él que no era muy agraciado, de mediana estatura, fuerte, robusto pero con una gran personalidad e inteligencia, y una mirada profunda y desafiante a la vez que generosa, según el caso.

Al Tempranillo se le achacan infinidad de tropelías, sobre todo reiterados asaltos a diligencias, correos, contrabando…y también hablan de su especial trato con las mujeres, a las que adulaba con trato muy agradable mientras las despojaba de sus joyas diciendo: tanta hermosura no merece tanto adorno..¡

Admirado por muchos y perseguido sin descanso por los guardias, llegó a tener más de 50 hombres a sus órdenes que funcionaban como un auténtico ejército. También forma parte de su leyenda la generosidad que mostraba con los más pobres.

Cuando el rey Fernando VII volvió de su exilio debido a la guerra contra Napoleón, una de sus prioridades era erradicar de los caminos a tanto bandolero, especialmente al famoso José Mª el Tempranillo, y se decidió por el diálogo y la política, ofreciendo hasta en tres ocasiones el indulto y un importante puesto en su ejército, a lo cual el bandolero se negó, hasta que un día accedió a la petición real, llegando a ser comandante de grado con numerosos soldados y suboficiales a sus órdenes, muchos de los cuales habían obtenido igualmente el indulto, uniéndose a las tropas comandadas por el Tempranillo.

Hasta la leyenda de su muerte es confusa, una de ellas es que atendiendo una misión contra un grupo de ladrones y una vez localizados, José Maria, haciendo honor a su valentía y, porque no, a su reputado nombre, intentó el dialogo a cuerpo descubierto con los malhechores, recibiendo un disparo que le produjo la muerte horas después…

Otra leyenda habla de una emboscada de miembros de su antigua banda que, al no unirse a él, y habiendo El Tempranillo prometido darles caza, éstos, aprovechando una de las partidas del ahora comandante, le atraparon en una encerrona de montaña y le dieron muerte…

De cualquier forma, José María Hinojosa, El Tempranillo, dos siglos después de su vida, es y será una leyenda que perdurará en nuestra memoria histórica durante mucho tiempo.

José Maria murió con 28 años, en La Alameda (Estepa)

Referencia

Contribución realizada por Honorio Pinillos

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