María Gertrudis Hore Ley
Poetisa gaditana cuyo recuerdo se nos revela bajo un perfil biográfico que se despliega entre la oscuridad y la leyenda. Nacida en el Cádiz abigarrado y cosmopolita del Setecientos, concretamente el 5 de diciembre de 1742, en el seno de una familia irlandesa establecida en Cádiz, con dedicación a la actividad comercial, vio la luz en la década en que la ciudad se preparaba para su fase de mayor expansión y actividad en el tráfico de personas y mercancías con la América Hispana. Como si esto fuera una premonición, a pesar de que sus padres, Miguel Hore y María Ley, la bautizaron con los nombres de María, Gertrudis, Catalina, Margarita, Josefa y Sabad, sus contemporáneos la conocerían con el sobrenombre de «La Hija del Sol», con el que ella reconoció la autoría de sus poemas.
Aunque se desconoce la formación que Gertrudis Hore recibió, podemos imaginarla cultivando su inteligencia con las típicas disciplinas «de adorno» con las que, por entonces, las familias pudientes formaban a sus hijas -música, lenguas extranjeras, baile y religión-, y sí parece que pronto empezó a brillar en los círculos sociales que frecuentaba, además de por su belleza, por su talento, una afición constante por la lectura y una gran facilidad para versificar. De hecho Cambiaso y Verdes en sus Memorias la hace asidua de círculos literarios e intelectuales de Madrid, ciudad que visitó en varias ocasiones a lo largo de la década de los setenta, y de la tertulia gaditana del científico Jorge Juan. Por entonces los salones literarios se abrían para las mujeres; en ellos, bien a título de invitadas o de anfitrionas, hallaron la posibilidad de conversar y discutir con los hombres, de igual a igual, de las más variadas disciplinas y saberes. Éste debió ser el caso de Gertrudis Hore.
Había contraído matrimonio -según la partida de casamiento fue un matrimonio secreto, con dispensa de amonestaciones, algo que no era infrecuente entre los comerciantes de la ciudad- con Esteban Fleming, natural de El Puerto de Santa María, donde fijará el matrimonio su residencia. Cuando se casa, el 15 de agosto de 1762, en Cádiz, Gertrudis aún no ha cumplido los veinte años y dieciseis años después, con 35 años, entra en el convento de religiosas concepcionistas de Santa María en Cádiz, donde profesará y permanecerá hasta su muerte escribiendo poemas y guardando clausura. Toma los votos de clausura el 14 de febrero de 1780. Era la única monja casada de la congregación. Traducía latín e italiano, tenía conocimientos del idioma galo, de Astronomía, Historia, Geografía, Matemática, era aficionada a la Música, etc.
Las razones por las que Gertrudis Hore abandona el siglo y decide hacerse monja son desconocidas. En la licencia que otorga su marido para que pueda tomar hábito, éste declara únicamente que «desea cooperar a la satisfacción espiritual» de su mujer. Por otra parte, en los interrogatorios previos a la toma de hábito y profesión, a las preguntas que el obispo fray Juan Bautista Cervera dirige a la propia Gertrudis para conocer su grado de libertad en la decisión, ella contesta que no ha sido obligada ni inducida a entrar en religión, y que con ello sólo cumple su deseo de ser religiosa. Las historias que circularon entre sus contemporáneos, sin embargo, hablaban de un adulterio y de un arrepentimiento, y estos rumores fueron recogidos por Cecilia Böhl de Faber en su cuento «La Hija del Sol», asegurando que la historia era verídica. Según esta famosa historia, la Hija del Sol, conocida así por su belleza y sus innumerables atractivos, es enviada a la Isla de León a pasar una temporada mientras su marido se ausenta en un viaje de negocios a América. En la Isla se enamora de un brigadier de los guardias marinas y, a punto de convertirlo en su amante, anticipa en un sueño premonitorio el castigo que les espera -la muerte del amado- si mantienen la relación ilícita. Arrepentida, cuenta la verdad a su marido y decide, con su autorización, entrar en un convento. Cuánto de verdad o de leyenda hay en la misma es algo que, con los datos que poseemos, es imposible dilucidar.
Su actividad como poetisa continúa en el convento. De hecho publicó numerosas poesías, entre 1786 y 1796, en periódicos de ámbito nacional como el Correo de Madrid, Diario de Madrid, Semanario erudito y curioso de Salamanca, y Diario de Barcelona, entre otros.
Falleció en Cádiz el 9 de agosto de 1801
Su obra
Su primera publicación la hizo el 19 de octubre de 1768, cuando publicó dos poemas en honor a Rosario Cepeda, haciéndolo de forma anónima.
Aunque es difícil valorar su obra, a falta de ediciones críticas sobre la misma, sí se descubre en ella la marcada presencia de una interioridad subjetiva de profundas emociones, pues aunque cultivó la poesía de circunstancias propia del siglo, su producción también esta dirigida por su propia experiencia vital en la que no falta el desengaño, la soledad y la tristeza.
Entre los títulos más relevantes de su obra se cuentan Anacreóntica, Silva, El amor caduco, Aviso a una joven que va a salir al mundo, Deprecación... a su Purísima Madre María Santísima y Traducción del Hymno Stabat Mater.
Bibliografía
- Nicolás María de Cambiaso y Verdes: Memorias para la biografía y para la bibliografía de la Isla de Cádiz. Madrid. 1830.
- M. Serrano y Sanz: Apuntes para una biblioteca de Escritoras Españolas. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1975.
- Fréderique Morand: Doña María Gertrudis Hore (1742-1801): vivencia de una poetisa gaditana entre el siglo y la clausura. Alicante. 2005.
Principales editores del artículo
- Manolocadiz (Discusión |contribuciones) [1]