Palomar de Zurita
El Palomar de Zurita se encuentra situado junto a la estación de servicio de Rajamancera, a la izquierda de la carretera en sentido Torrecera, a los pies del Cerro del León.
Historia
No se puede datar con exactitud la fecha de su construcción, aunque se cre eque es del siglo XIX. Recibe su nombre de sus primeros propietarios y promotores, miembros de una conocida familia jerezana apellidada Zurita.
Estaba destinada a la producción de pichones y palomas y al aprovechamiento como abono de las deyecciones de las aves, la preciada palomina, debió gozar de reconocida fama siendo un elemento relevante en el paisaje de este rincón de la vega baja del Guadalete, en las proximidades del Cerro del León y El Alamillo, junto al Camino de la Sierra.
Fue recogido en el mapa de Ángel Mayo (1877) y después en el Plano Parcelario de Adolfo López Cepero (1904). Dejó de utilizarse a mediados del siglo XX.
Descripción
El palomar es de planta cuadrada, con una dimensión aproximada de 14 m. de lado en su exterior, y una altura en todos sus muros de 6 m. Pese a su reducida superficie (200 m2) en comparación con los grandes palomares españoles como el de Huerta Noble (en La Redondela, Isla Cristina) o La Breña (Barbate), el de Zurita encierra una notable sorpresa, superando en densidad de nidos y aún en número a algunos de los mayores palomares del país. Al igual que su "vecino", el Palomar de La Greduela es una construcción sin techo, abierta al exterior para permitir el fácil acceso de las palomas. En uno de sus costados se adosó posteriormente una dependencia como almacén.
Se accede al palomar por una pequeña puerta de 1,70 m de altura y apenas 1 m de ancha, encontrando al entrar una calle perimetral que rodea la cara interna de sus muros exteriores. Se configura así un segundo espacio interior, de planta cuadrada, accesible mediante un arco de ladrillo de 1,90 de altura, situado frente a la puerta de entrada. Este espacio está divido, a su vez, en 7 calles interiores paralelas a cuyos lados se levantan muros de 6 m. de altura y unos 85 cm. de grosor. Los muros están construidos con las hornillas o vasijas cerámicas que sirven de nido a las palomas, unidas entre si por argamasa de arena y cal o yeso.
Estas calles interiores, al igual que las perimetrales, tienen una anchura que oscila entre 80 y 85 cm., más estrechas que las del palomar de La Greduela, por lo que ofrecen al visitante cierta sensación de agobio. Sus ajustadas dimensiones permiten, no obstante, un mejor aprovechamiento del espacio si bien debieron dificultar las tareas de mantenimiento y limpieza. Las calles se comunican entre ellas con estrechos huecos de paso en los muros divisorios, resueltos también con arcos de ladrillo visto. En su parte superior, la luz penetra por un estrecho rectángulo de apenas 50 cm. de anchura ya que sobre el remate de los muros sobrevuela un alero de hasta tres filas de ladrillos sobresalientes para evitar que el agua de lluvia penetre en el interior de las hornillas y, a su vez, impedir el acceso de posibles animales predadores (ratas, gatos, comadrejas, hurones…) que pudieran "descolgarse" hasta los nidos. De la misma manera, se dificultaba también con ello que algunas rapaces (cernícalos, gavilanes, halcones…) pudieran acceder fácilmente al palomar ya que la envergadura de sus alas es de mayores dimensiones.
Tanto los muros perimetrales interiores como los que separan las calles, presentan por todas sus caras las hornillas o nidos que, como se ha dicho, han sido construidos con vasijas de cerámica. Estos singulares cuencos de barro cocido nos muestran su boca circular, sin presentar resaltes o bordes en el paramento, de modo que parecen empotradas en los muros. Aunque no son todas iguales y algunas revelan imperfecciones, mantienen un diámetro de boca con dimensiones muy parecidas que oscilan entre los 10-12 cm. El interior de su "vientre" se ensancha hasta los 20 cm de diámetro y su fondo tiene una profundidad media que varía entre los 20-24 cm. En algunos puntos donde el muro ha sido parcialmente destruido para arrancar las hornillas, se aprecia como las vasijas tienen su cara externa con pequeñas hendiduras o estrías que facilitarían la adherencia de la argamasa.
Los nidos se disponen en filas paralelas estando alineadas unas con respecto a otras, bien siguiendo una trama ortogonal, bien al tresbolillo. Los muros presentan a lo largo de su altura, cuatro bandas o divisiones separadas con una hilera de ladrillos que sobresale no más de 10 cm de la pared y que tiene la doble función de impedir el acceso de posibles animales predadores y de permitir el apoyo de las palomas. Estos cuatro bandas en los que quedan divididos los muros del palomar contienen, desde el suelo hasta la cornisa que techa el muro, siete, cinco, seis y siete hileras de nidos respectivamente, lo que hace un total de 25 filas en altura. Como puede apreciarse, la superficie de los muros entre las bocas de las hornillas aparece perfectamente lisa, cubierta de un estuco de yeso o de arena y cal para impedir el acceso de posibles predadores que pudieran haber penetrado en el interior del palomar.
Las filas de los muros perimetrales interiores albergan 50 nidos por cada uno de los cuatro lados, mientas que en los lados menores de este pasillo se cuentan 38 nidos por fila. Pero aún hay más: cada una de las 7 calles interiores del palomar tiene también la misma disposición y por lo tanto presenta 25 alturas de nidos. En cada fila se cuentan 40 nidos a ambos lados de la calle y en los lados más estrechos (de 80-90 cm de anchura) que cierran las calles, hay también 4 nidos por fila…
Referencia
- http://www.diariodejerez.es/article/jerez/1662246/palomar/zurita.htmlEl Palomar de Zurita. Un lugar de interés etnológico olvidado.
Principales editores del artículo
- Enke (Discusión |contribuciones) [1]