Campo de Gibraltar

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Listado de Municipios

Geografía e Historia

Visitar el Campo de Gibraltar es abrir una puerta a múltiples posibilidades de ocio y diversión, tanto para aventureros o deportistas, amantes de la historia o aficionados al buen comer. Enclavado en el Estrecho de Gibraltar, su litoral con más de 50 kilómetros de playas; sus parques naturales; los vestigios del pasado aún presentes, con sus máximos exponentes en los yacimientos arqueológicos de Baelo Claudia y Carteia; sus castillos y fortalezas; la práctica de deportes como el Kitesurf, el golf, el polo o el buceo; la caza o la pesca son sólo algunas de las actividades que se pueden llevar a cabo a lo largo y ancho del territorio campogibraltareño, donde se encuentran dos poblaciones con fama turística internacional, Tarifa y Sotogrande. La Comarca del Campo de Gibraltar se encuentra situada al sudeste de Cádiz, en Andalucía, en la parte más meridional de la Península Ibérica. Su carácter fronterizo entre dos continentes (Europa-África), su enclave entre dos mares (Atlántico-Mediterráneo), y la presencia de la colonia de Gibraltar, convierten a esta comarca en uno de los territorios más estratégicos de España y Europa. El Campo de Gibraltar comprende los municipios de: Algeciras, Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera, La Línea de la Concepción, Los Barrios, San Roque y Tarifa. La riqueza natural de esta comarca se refleja en los dos Parques Naturales que se extienden por sus dominios, el del Estrecho y el de Los Alcornocales. El Parque Natural de Los Alcornocales es uno de los de mayor extensión de la comunidad andaluza al abarcar casi las 170.000 ha y poseer casi la mitad de toda la superficie andaluza de alcornocal. Aunque comprende territorios de las provincias de Málaga y Cádiz, es en esta última donde cubre una mayor extensión, repartiéndose su área por 15 municipios.

Los Alcornocales

Suelo, humedad y aprovechamiento tradicional han sido los factores determinantes para mantener la mayor masa conservada y productiva de alcornocal de la Península Ibérica, el Parque Natural Los Alcornocales. Situado en la provincia de Cádiz y parte de Málaga, se extiende desde la sierra hasta el joven Parque Natural del Estrecho, presentando gran diversidad de relieves y paisajes. Esta riqueza se refleja en todos los ámbitos: flora, fauna, climatología, historia y folklore, constituyendo un lugar ideal para visitar y disfrutar de actividades tan diversas como la recolección de setas y la práctica de deportes en la naturaleza. El principal responsable de esta riqueza es el agua, presente en numerosos ríos, arroyos y embalses que, además de abastecer a la provincia, son aptos para la pesca y actividades recreativas. Pero sobre todo destaca la humedad proveniente de la costa, que se acumula formando bosques de niebla en valles estrechos y profundos denominados canutos. En estas condiciones se conserva una flora muy singular, perteneciente a la Era Terciaria, la Laurisilva. Se caracteriza por hojas lisas y brillantes, que aprovechan la humedad y escasa luz que dejan pasar los alisos que bordean los canutos. Así, entre el aroma del laurel, la belleza del ojaranzo en flor, elegantes durillos y acebos, se caminará por esta especie de selva, en compañía de los sonidos del mirlo acuático, el hábil martín pescador y las currucas o pinzones, que se esconden entre los helechos. Los suelos de arenisca, que han favorecido el denso alcornocal, también albergan quejigos y roble andaluz en las zonas más húmedas. En estos bosquetes cazan las águilas calzadas, culebreras y ratoneras, además de azores, gavilanes y cárabos. En las alturas, asoman las rocas y sobre el suelo pobre aparece la herriza, denso matorral achaparrado de distintas especies adaptadas a suelos ricos en metales como el aluminio, entre las que abundan, por ejemplo, las aromáticas. En este espacio habitan la cabra montés y numerosas aves rapaces, destacando el buitre leonado, alimoche, águila perdicera, búho real y halcón peregrino.

En las zonas bajas y arcillosas aparece el acebuchal aclarado desde tiempos inmemoriales para dejar paso al pasto que alimentará el ganado típico de la zona, la vaca retinta. En las laderas, aparece el matorral mediterráneo, con jaras, brezos, cantuesos, torviscos y majuelos. Por ellos discurre el corzo morisco, autóctono y emblema de caza mayor, además del gamo, ciervo y carnívoros como ginetas, tejones y sobre todo meloncillos, con la mayor población de la península. En un Parque tan completo y diverso, caben otras actividades, que van del montañismo en el pico del Aljibe o el Picacho; la espeleología en el enclave Ramblazo-Motillas, o el descenso de cañones en La Garganta de Buitreras, una de las pocas áreas preparadas para esta práctica de riesgo y que por su singularidad ha sido declarada Monumento Natural. Para los más tradicionales se recomiendan las rutas a caballo, como las establecidas en La Almoraima. Conviene completar la visita al Parque Natural con un paseo por los pueblos que lo conforman: Jimena de la Frontera, Alcalá de los Gazules o Castellar de la Frontera son algunas de las posibilidades. Su rico patrimonio cultural y gastronómico se convierten en otros dos reclamos más del espacio.

Municipios

El viejo pueblo de Castellar de la Frontera está situado en el interior de una fortaleza medieval. Por su situación estratégica en lo alto de una montaña, el suelo de Castellar ha sido lugar de asentamiento de numerosas culturas. Las primeras manifestaciones que poseemos de presencia humana son una importante industria lítica que nos indica que ya por estas tierras pasó el hombre del paleolítico y neolítico. Además, la presencia de pinturas rupestres encontradas en diversos abrigos rocosos localizados cerca del viejo pueblo nos constata la presencia del hombre prehistórico. También podemos hablar del paso de otros pobladores como los íberos. Se cree que estos fueron los autores de la construcción de una Torre militar llamada Torre Lascutana. Pero los pobladores que más secuelas van a dejar y que van a marcar una etapa importantísima son los musulmanes. Fueron los autores de la fortaleza que levantaron como consecuencia de las invasiones y pugnas contra los cristianos. Fundaron la villa que se localiza en el interior de las murallas. Castellar va a jugar un papel fundamental en las guerras entre castellanos y musulmanes. Este núcleo lo constituye una fortaleza medieval en perfecto estado de conservación que arropa un pueblo dentro de sus murallas. Es uno de los escasos ejemplos de fortificación medieval habitada que aún se conservan. El casco urbano, rodeado de murallas, conserva su estructura árabe en la mayoría de las casas ajardinadas que lo componen y sus habitantes guardan aún la tradición de cerrar por la noche la puerta de la población amurallada. Desde los muros de su castillo árabe se domina un maravilloso paisaje con el embalse del río Guadarranque a sus pies; y en días claros puede verse, hacia el sur, la costa de África y, hacia el norte, los pueblos blancos de la serranía malagueña. Dentro del Término Municipal de Castellar se encuentra la finca La Almoraima, uno de los mayores latifundios que se conocen, con ricos cultivos, verdes bosques, y una extraordinaria riqueza cinegética, con especies de caza menor como la perdiz, la liebre, el conejo o la tórtola. Y en caza mayor: ciervos, corzos, gamos, y la cabra montés o hispánica. Dentro de la finca está la Casa Convento La Almoraima, que data de 1603, convertida hoy en Casa-Hotel, desde donde se puede practicar la caza, la pesca o la equitación. En Castellar de la Frontera la gastronomía va ligada a la caza, tanto mayor como menor. En este sentido, la carne de venado - nombre genérico con que se designa a la carne de los cérvidos como el ciervo, el corzo, el muflón y el gamo- tiene un protagonismo especial. También se preparan otras especies como jabalí, perdiz o conejo. Los productos que se obtienen del campo también sirven de base para la gastronomía castellarense. Platos como la sopa de ajo o los espárragos, preparados de muy distintas formas, son algunos de los exquisitos manjares que podremos degustar en esta villa. La repostería también tiene su lugar en la gastronomía de Castellar. Así, se elaboran una amplia gama de dulces típicos como los borrachones o las tortas de aceite.

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