Sierra de Cádiz

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Listado de Municipios

Paisajes naturales

La Comarca de la Sierra de Cádiz presenta dos ámbitos bien diferenciados: por una parte, tenemos los municipios que participan del Parque Natural Sierra de Grazalema; y por otro, la zona más occidental con Arcos de la Frontera, Bornos y Espera. El paisaje es totalmente diferente en uno y otro territorio, así en el lado occidental es de campiña con cultivos de cereales y olivos, mientras que en los municipios del Parque predomina un paisaje serrano forestal. El ámbito de la comarca pivota entre dos áreas de influencia de rango superior, como serían la zona occidental con la Campiña Jerezana y la Bahía de Cádiz; y por su lado oriental, con la comarca de la Serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar. Al sur nos encontramos con el entorno del Parque Natural de los Alcornocales. La vegetación predominante varía en función de la altitud, aunque abunda la encina carrasca, que van acompañadas de quejigos, acebuches y algarrobo. De forma aislada, pero destacando por su importancia, están los pinsapares, formaciones en buen estado de conservación de abies pinsapo, especie que tan sólo se puede encontrar, además, en ciertos puntos de Marruecos y de Siberia. Hacia el sur del Parque, con suelos más ácidos, nos adentramos en el dominio del alcornoque, como transición Los Alcornocales. En cuanto a la fauna, destaca la existencia de colonias de buitres leonados y de aves rapaces, como el halcón peregrino, águila real y perdicera. Representando a los mamíferos, aparecen ciervos, corzos, zorros, meloncillos, comadrejas, nutrias y jinetas.

Patrimonio histórico

Junto a estos ricos tesoros naturales, la historia deja también su huella en forma de un interesante patrimonio. Toda esta zona, tal y como indican sus topónimos, se encontraba en territorio fronterizo entre los reinos de Castilla y Granada, por lo que la arquitectura militar ha dejado sus vestigios en formas de castillos, murallas y torres. Hay conjuntos históricos como los de Arcos de la Frontera, Zahara de la Sierra y Benaocaz, además de molinos y ermitas dispersas fuera de los cascos urbanos. La importancia histórica de los núcleos se deja ver en su belleza arquitectónica, especialmente en el entorno de los núcleos que forman la ruta de los Pueblos Blancos, donde el paisaje es uno de los principales distintivos. El patrimonio arquitectónico es uno de los rasgos de identidad comarcal y el turismo se deja seducir por la monumentalidad de Arcos de la Frontera y, a su vez, por la arquitectura rural de los pueblos. Constituyen una fuente importante de ingresos, ofreciendo por una parte la Ruta de los Pueblos Blancos y por otra la del Toro, recordándonos ésta última, junto con la del caballo, la intensa producción agrícola y ganadera de Arcos. La economía de los Pueblos Blancos saca también partido de su artesanía y, por encima de productos atractivos para el turista, el trabajo sobre piel es una industria importante y reconocida en Ubrique y Prado del Rey, llegando a acaparar pedidos de importantes firmas de la moda, lo que da una idea de la calidad de su producción, que huye de la humilde calificación de marroquinería.

Municipios

Arcos de la Frontera es en sí mismo un monumento por su emplazamiento y sus características andalusíes, no en vano es declarado Monumento Histórico Artístico en 1962. Emerge de la llanura del Guadalete en un conjunto de casas blancas que ha dado en calificarse como paradigma de pueblo andaluz. Además, su casco histórico posee un intrincado laberinto de callejas estrechas, quebradas, algunas sin salida, con arcos, pequeñas plazas, rejas y fachadas blancas, que muchos comparan con ciudades del norte marroquí como Xauén, si bien algunos edificios renacentistas, platerescos o barrocos indican una cierta mezcla de paisaje urbano. El castillo, lógicamente en la parte alta para ejercer su función defensiva, conserva murallas, torreones y almenas, al igual que la Puerta de la Matrera en el Barrio Bajo, de la época islámica, en la que se alza como inexpugnable fortaleza. Al lado, en lo que fuera plaza de Armas, el edificio del Cabildo, de rico artesonado mudéjar y alfarjes, o piedras de molino aceitero. En frente, el Parador Nacional, antigua casa del Corregidor, y el denominado Balcón de Arcos, desde donde se divisa la amplia vega. Muy cerca se encuentra la iglesia de la Asunción, de portada gótico-plateresca, construida sobre una mezquita en el siglo XV, si bien tras los daños del terremoto de 1755, conocido como de Lisboa, se añaden elementos barrocos; cuenta con yeserías mudéjares en el ábside y pinturas de Valdés Leal. Existen otras iglesias de gran valor arquitectónico, como la de San Pedro, de estilo gótico, palacios de interés -Condes de Águila, Juan Cuenca o Marqués de Torresoto- y, fuera del recinto histórico, los conventos de la Caridad y San Francisco. La Semana Santa también está declarada de interés turístico, en parte por ese peculiar paisaje urbano tan andaluz por donde procesionan las hermandades. Entre las ofertas que Arcos depara al visitante, amén de descubrir su conjunto monumental, podríamos citar la de practicar actividades náuticas en el lago de Arcos y el vuelo libre en ala delta o parapente, dadas sus excepcionales condiciones para ello. También podrá descubrir sus estupendos vinos de la denominación Tierras de Cádiz visitando alguna de las bodegas existentes y participando en degustaciones, maridajes, almuerzos y otras actividades que se ofrecen al viajero. Algar se encuentra a unos kilómetros de Arcos y es un enclave privilegiado con muchas posibilidades de ocio, senderismo en el Tajo del Águila, pesca en el río Majaceite, piragüismo y vela en el Embalse de Guadalcacín, así como rutas a caballo. Lo más relevante es el Rally subida a Algar, cita obligatoria para los aficionados al automovilismo y que se celebra todos los años entre marzo y abril.

También merece la visita el vecino Bornos, declarado Conjunto Histórico en 2003. Su patrimonio histórico es muy rico, destacando el Palacio de los Ribera, la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, el Colegio de la Sangre, etc. En cuanto a sus tradiciones, además del Carnaval en febrero, común en la provincia de Cádiz, la fiesta de su Patrón, San Laureano, se celebra el 4 de julio. También hay que destacar las Noches Flamencas en la primera quincena de agosto y la Feria de Bornos en septiembre.

Otro de los pueblos blancos de la comarca que destaca por su riqueza patrimonial es Espera. La temprana presencia de pobladores queda confirmada por el Yacimiento de Esperilla con vestigios que se remontan más de 3.000 años. Tan sólo a 7 kilómetros de la villa se erige la antigua ciudad romana de Carissa Aurelia (Bien de Interés Cultural), que se levanta sobre los restos de un anterior asentamiento íbero. En él destacan la necrópolis y el recinto urbano amurallado y cuenta además con un Museo Arqueológico, dedicado especialmente al Mundo Funerario íbero-romano de Espera. En su legado monumental sobresale el Castillo de Fatetar (s. XIII al XV), que conserva parte de las murallas, la Torre del Homenaje y los aljibes. Adosada al castillo se encuentra la Ermita de Santiago, que alberga el Cristo de la Antigua, patrón de la localidad. Interesantes resultan también la Iglesia de Santa María de Gracia, simbiosis de los estilos renacentista y barroco y la Casa de la Cilla o de los Diezmos, actual molino de aceite.

Siguiendo por la Ruta de los Pueblos Blancos hacia el norte de la Sierra encontramos Algodonales, a la sombra de la sierra de Líjar que, gracias a su privilegiado enclave y su clima, se ha convertido en el centro neurálgico para los amantes de los deportes aéreos, sobre todo el parapente, pero también el ala-delta y el vuelo libre. La sierra de Líjar ofrece despegues a casi todos los vientos con techos entre 1.500 y 4.000 metros. La presencia humana se remonta al Neolítico, pero el origen de la actual villa data del s. XVI cuando fue repoblada. Si dispone de tiempo, merece la pena acercarse a la pedanía de La Muela, para contemplar desde las cimas de la sierra el vuelo de los buitres leonados. Algodonales cuenta con una fiesta particular, la recreación histórica del 2 de mayo de 1810, donde se revive la contienda que mantuvo el pueblo con las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia y en la que participan todos sus habitantes.

Desde aquí podrá acercarse al pueblo de El Gastor, situado sobre un cerro muy cerca del nacimiento del río Guadalete, es conocido como el balcón de los Pueblos Blancos por las magníficas panorámicas que se pueden contemplar de las localidades vecinas. Poblada desde la Prehistoria como confirman los monumentos megalíticos encontrados en el entorno, como el dolmen de El Charcón. Entre las visitas de interés está el museo José María el Tempranillo, museo de usos y costumbres populares ubicado en la residencia de la novia del famoso bandolero y que ofrece la oportunidad de conocer el modo de vida en la sierra en el s.XIX. Si los espeleólogos disfrutarán al máximo en cuevas como la de Fariña o la del Susto, también lo harán los aficionados a los deportes náuticos en el embalse Zahara-El Gastor y los senderistas en el Tajo de Algarín y las Grajas. Destacar que el producto estrella de la artesanía de este pueblo es la gaita gastoreña, curioso instrumento cercano a las gaitas tradicionales en el sonido pero no en la forma, que se usaba antiguamente con los rebaños y que actualmente forma parte de la tradición navideña y de la celebración del Corpus Christi, considerada Fiesta de Interés Turístico.

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